Fuentes: TL13, Poemas del Alma
En 1983, Benjamin Libet desató una controversia con su demostración de que nuestra sensación de libre albedrío podría ser una ilusión. El experimento de Libet tiene tres componentes vitales: una elección, una medición de la actividad cerebral y un reloj
La elección es mover el brazo izquierdo o el derecho. En la versión original la decisión se hace al girar la muñeca. A los participantes se les instruye a "dejar que el impulso (de hacer el movimiento) aparezca por sí solo en cualquier momento, sin ninguna planificación previa o sin tener que concentrarse sobre cuando actuar.
El tiempo exacto en el que uno hace el movimiento queda registrado al activarse los músculos del brazo. La medición de la actividad cerebral se hace por medio de electrodos sobre el cuero cabelludo.
El reloj está especialmente diseñado para permitir que los participantes perciban cambios de menos de un segundo. Libet realizó una medición crucial extra. Les pidió a los participantes reportar utilizando el reloj, el punto exacto cuando tomaron la decisión de hacer el movimiento.
RESULTADOS SORPRENDENTES
El resultado explosivo se produjo cuando los participantes reportaron su decisión de hacer el movimiento. Esto ocurrió entre el cambio eléctrico en el cerebro y el movimiento real.
El registro de electrodos mostró que, en cierto sentido, la decisión ya había sido tomada antes de que los participantes estuviesen conscientes de ejecutarla. Las señales del cerebro estaban cambiando antes de que ocurriese la experiencia subjetiva de tomar una decisión.
Y eso encendió la polémica. ¿Ya los cerebros de los participantes habían tomado la decisión? ¿Era la sensación de escoger simplemente una ilusión?
LA ILUSIÓN DEL DECIDIR
La sensación de decidir en el experimento de Libet podría ser una completa ilusión.Quizás la verdadera decisión está hecha de alguna forma "por nuestro cerebro" o tal vez simplemente sea que la sensación de decidir está atrasada con respecto a nuestra decisión real.
La polémica se ha instalado desde entonces. Cada año se escriben más cosas sobre el experimento de Libet. Los partidarios de las neurociencias arrojan dudas acerca del libre albedrío humano.
Si bien el contexto sobre el cual se ha planteado la investigación, resulta artificial, se asoman enormes dudas sobre el rol del cerebro y su conexión con la voluntad en la toma de decisiones.
Para Libet, aun conocemos muy poco de nosotros mismos. Suponemos que la mente se halla aislada de nuestro ser físico. Sin embargo la experiencia arroja que las intuiciones predominan en las nuestras conexiones y serían el insumo básico de nuestras decisiones.
En 1983, Benjamin Libet desató una controversia con su demostración de que nuestra sensación de libre albedrío podría ser una ilusión. El experimento de Libet tiene tres componentes vitales: una elección, una medición de la actividad cerebral y un reloj
La elección es mover el brazo izquierdo o el derecho. En la versión original la decisión se hace al girar la muñeca. A los participantes se les instruye a "dejar que el impulso (de hacer el movimiento) aparezca por sí solo en cualquier momento, sin ninguna planificación previa o sin tener que concentrarse sobre cuando actuar.
El tiempo exacto en el que uno hace el movimiento queda registrado al activarse los músculos del brazo. La medición de la actividad cerebral se hace por medio de electrodos sobre el cuero cabelludo.
El reloj está especialmente diseñado para permitir que los participantes perciban cambios de menos de un segundo. Libet realizó una medición crucial extra. Les pidió a los participantes reportar utilizando el reloj, el punto exacto cuando tomaron la decisión de hacer el movimiento.
RESULTADOS SORPRENDENTES
El resultado explosivo se produjo cuando los participantes reportaron su decisión de hacer el movimiento. Esto ocurrió entre el cambio eléctrico en el cerebro y el movimiento real.
El registro de electrodos mostró que, en cierto sentido, la decisión ya había sido tomada antes de que los participantes estuviesen conscientes de ejecutarla. Las señales del cerebro estaban cambiando antes de que ocurriese la experiencia subjetiva de tomar una decisión.
Y eso encendió la polémica. ¿Ya los cerebros de los participantes habían tomado la decisión? ¿Era la sensación de escoger simplemente una ilusión?
LA ILUSIÓN DEL DECIDIR
La sensación de decidir en el experimento de Libet podría ser una completa ilusión.Quizás la verdadera decisión está hecha de alguna forma "por nuestro cerebro" o tal vez simplemente sea que la sensación de decidir está atrasada con respecto a nuestra decisión real.
La polémica se ha instalado desde entonces. Cada año se escriben más cosas sobre el experimento de Libet. Los partidarios de las neurociencias arrojan dudas acerca del libre albedrío humano.
Si bien el contexto sobre el cual se ha planteado la investigación, resulta artificial, se asoman enormes dudas sobre el rol del cerebro y su conexión con la voluntad en la toma de decisiones.
Para Libet, aun conocemos muy poco de nosotros mismos. Suponemos que la mente se halla aislada de nuestro ser físico. Sin embargo la experiencia arroja que las intuiciones predominan en las nuestras conexiones y serían el insumo básico de nuestras decisiones.
AJEDREZ
Jorge Luis Borges
En su grave rincón, los
jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
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