¿Ser o Tener?
Caminos y extravíos de la conciencia, era un viejo y amado libro del gran Erich Fromm. Su enseñanza bien puede reproducirse en estos días de festejo navideño. Bien nos pregunta Fromm:
Por supuesto, la Navidad lejos está de ser una etapa de consumo sino de reflexión interior, de buscar y encontrar el propio Ser.
Los invito a disfrutar de algunas de las citas de este pequeño y maravilloso libro.
El Fin de la Ilusión por el Consumo
La gran promesa de un progreso ilimitado ha sostenido la esperanza y la fe desde el inicio de la era industrial. El progreso industrial sustituyó la energía animal y humana por la mecánica, sustituyó a la mente humana por la computadora, y nos hizo creer que nos hallábamos ante una producción y consumo ilimitados.
La técnica nos volvería omnipotentes, la ciencia omnicientes. Estábamos en camino de volvernos dioses, seres supremos que podríamos crear un segundo mundo usando al mundo natural.
Hombres y mujeres tenían nuevos sentimientos de libertad , se convertirían en amos de sus vidas.
La trinidad de producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones resultaba en el núcleo de una nueva religión: el progreso y una nueva ciudad terrenal de bienestar reemplazarían a la ciudad de Dios.
Sin embargo, la grandiosa promesa de bienestar chocó de pleno con la realidad humana:
Caminos y extravíos de la conciencia, era un viejo y amado libro del gran Erich Fromm. Su enseñanza bien puede reproducirse en estos días de festejo navideño. Bien nos pregunta Fromm:
¿Ser para tener o
Tener para Ser?
Por supuesto, la Navidad lejos está de ser una etapa de consumo sino de reflexión interior, de buscar y encontrar el propio Ser.
Los invito a disfrutar de algunas de las citas de este pequeño y maravilloso libro.
El Fin de la Ilusión por el Consumo
La gran promesa de un progreso ilimitado ha sostenido la esperanza y la fe desde el inicio de la era industrial. El progreso industrial sustituyó la energía animal y humana por la mecánica, sustituyó a la mente humana por la computadora, y nos hizo creer que nos hallábamos ante una producción y consumo ilimitados.
La técnica nos volvería omnipotentes, la ciencia omnicientes. Estábamos en camino de volvernos dioses, seres supremos que podríamos crear un segundo mundo usando al mundo natural.
Hombres y mujeres tenían nuevos sentimientos de libertad , se convertirían en amos de sus vidas.
La trinidad de producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones resultaba en el núcleo de una nueva religión: el progreso y una nueva ciudad terrenal de bienestar reemplazarían a la ciudad de Dios.
Sin embargo, la grandiosa promesa de bienestar chocó de pleno con la realidad humana:
- La satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar, no es el camino de la felicidad ni aun del placer máximo.
- El sueño de ser los amos independientes de nuestras vidas terminó cuando el hombre comenzó a darse cuenta que tan solo era un engranaje de una máquina burocrática.
- La libertad de pensamiento se hace trizas en la realidad de la manipulación masiva por gobiernos, instituciones y medios de comunicación de masas.
- El progreso económico acentuó la enorme brecha entre países ricos y pobres.
- El progreso técnico ha creado el cisma de la destrucción de la naturaleza.
¿Porqué Fracasó la Gran Promesa?
Ninguno de los grandes maestros enseño que la existencia real de un deseo constituyera una norma ética, sino que se interesaban por el bienestar óptimo de la humanidad (vivere bene). El elemento esencial de su pensamiento era la distinción entre aquellas necesidades (deseos) que sólo se sienten subjetivamente y cuya satisfacción produce un placer momentáneo, y las necesidades que están enraizadas en la naturaleza humana y cuya satisfacción fomenta el desarrollo humano y produce eudaimonia, o sea bienestar.
En otras palabras, se preocupaban por distinguir entre las necesidades puramente subjetivas y aquellas objetivas y válidas, que están en armonía con los requerimientos de la naturaleza humana.
Sucede que el hedonismo radical no puede conducir a la felicidad, pues esta clase de consumo ilimitado no es capaz de producir bienestar.
En nuestra sociedad vemos que somos claramente infelices: solitarios, angustiados, deprimidos, destructivos y dependientes, nos alegramos cuando podemos matar el tiempo que hemos ahorrado con tanto trabajo.
¿Felicidad o Placer?
El placer es sólo experiencia pasiva, opuesta al amor, al bienestar y a la libertad plena. Por vez primera la satisfacción del impulso del placer está en manos de muchos, pero ¿es este el camino que produce felicidad?
La satisfacción del egoísmo individual lejos está de producir armonía y paz interior. La premisa de este carácter avaro es:
Soy cuanto más Tengo
Puesto que mis deseos no tienen límite, debo envidiar a todos quienes poseen más y temer a los que tienen menos.
La pasión por tener solo engendra avaricia, lucha, encono, represión de los sentimientos y relaciones sinceras por la competencia de la escasez.
Decían los maestros que la avaricia representa un acto de sumisión que vuelve a la gente estúpida.
Sucede entonces, que el hombre moderno se encuentra tan egoístamente ocupado en sus asuntos particulares y presta poca atención a los problemas que trascienden el terreno personal.
Sin embargo, los grandes Maestros de la Vida han enseñado que el camino de la felicidad es otro.
Buda enseña que para alcanzar la etapa más elevada de desarrollo humano, no debemos anhelar posesiones. Jesucristo enseña que "Quien quiera salvar su vida la perderá pero quien perdiera su vida por mi causa, se salvará, porque:
¿Qué aprovecha al hombre si dominara todo el mundo mientras se pierde a sí mismo?
El Maestro Eckhart enseño que no tener nada y permanecer abierto y "vacío" no permite al ego ser un estorbo en nuestro camino, es la condición para lograr salud y fuerza espiritual.
Descubrimiento
Descubrir es despertar y desperar es una apertura de la conciencia hacia una dimensión superior.
Aquí Fromm nos deleita con un ejemplo del Ser, un poema, escrito por Goethe
Descubrimiento
Me paseaba por el bosque
completamente solo,
y no pensaba
buscar nada.
Vi en la sombra
una florecilla
brillante como las estrellas
como unos bellos ojos.
Sentí deseo de cortarla,
pero me dijo suavemente:
¿deseas que me marchite y muera?
La tomé
con raíces y todo
y la llevé al jardín
de una bella casa,
Y la planté de nuevo
en un lugar tranquilo
donde ahora ha crecido
y florece.
La Propiedad
Sé que nada me pertenece
sino el pensamiento
que sin grilletes
fluye de mi alma,
y todo momento favorable
que el destino clemente
me permita gozar profundamente.
¡Feliz y gozosa navidad!
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REFERENCIAS
(1) Erich Fromm, ¿Tener o Ser?, Fondo de Cultura Económica.
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