Fuente: Gizmodo
Fue
recibida como la noticia más importante de la inteligencia artificial desde que
Deep Blue derrotara a Gari Kaspárov al ajedrez hace casi 20 años. Google
AlphaGo ha ganado tres de los cuatro primeros partidos contra
el maestro Lee Sedol en
un torneo de Go, lo que demuestra la espectacular mejora de la IA.
Nunca antes nos había parecido tan cercano ese fatídico día en
el que las máquinas se volverán más inteligentes que los humanos, y sin embargo
no llegamos a comprender las implicaciones de este acontecimiento que marcará
una época. De hecho tenemos arraigada una serie de errores de concepto serios
(e incluso peligrosos) sobre la inteligencia artificial.
Elon Musk, el cofundador de SpaceX, nos
advirtió hace unos meses de que la IA podría acabar tomando el mundo —lo que provocó un aluvión de comentarios tanto de condena como de apoyo.
Es difícil saber qué creer. Sin embargo,
empieza a surgir una imagen más clara gracias al trabajo pionero de los
científicos de la computación, los neurocientíficos y los teóricos de la IA.
Estos son los conceptos erróneos y los mitos más comunes sobre la IA.
Mito: “Nunca
crearemos una IA con inteligencia similar a la humana”
Realidad: Ya tenemos máquinas que igualan o superan la
capacidad humana en juegos como el ajedrez o el Go, en la compraventa del mercado de
valores y en lasconversaciones. Los ordenadores y los algoritmos que los
impulsan sólo pueden mejorar, y será cuestión de tiempo que estas máquinas
destaquen en cualquier actividad humana.
Los escépticos de la IA no resultan
convincentes cuando dicen que es un problema tecnológico sin solución y que hay algo intrínsecamente único en los cerebros biológicos.
Mito: “La inteligencia
artificial tendrá conciencia”
Realidad: Una
suposición común en torno a la inteligencia artificial es que va a adquirir
conciencia, es decir, que acabarán pensando como lo hacemos los humanos. Es más,
críticos como Paul Allen, cofundador de Microsoft, creen que aún nos queda por
lograr una
Inteligencia Artificial Fuerte (o
AGI) que sea capaz de realizar cualquier tarea intelectual que un ser humano
puede hacer porque carecemos de una teoría científica de la conciencia.
Pero, como señala Murray
Shanahan, ingeniero de robótica cognitiva del Imperial College de
Londres, debemos evitar confundir estos dos conceptos.
“La conciencia
es sin duda un tema fascinante e importante, pero no creo que sea necesaria para
una inteligencia artificial de nivel humano” explica Shanahan aGizmodo. “Para ser más precisos, utilizamos la
palabra conciencia para referirnos a una serie de atributos psicológicos y
cognitivos que vienen incluidos en los seres humanos”.
Es posible imaginar una máquina muy inteligente
que carezca de algunos de estos atributos. Con el tiempo, podemos construir una
IA que sea extremadamente inteligente, pero incapaz de experimentar el mundo de
una manera consciente de sí misma, subjetiva. Murray Shanahan mencionó que
podría ser posible acoplar tanto la inteligencia como la conciencia en una
máquina, pero que no debemos perder de vista el hecho de que son dos conceptos
distintos.
Mito: “No debemos temer a
la IA”
Realidad: En enero, Mark Zuckerberg, el fundador de
Facebook, dijo que no debíamos temer a la IA porque hará una cantidad increíble de cosas buenas para mejorar el
mundo. Tiene razón a medias: estamos posicionados para obtener enormes
beneficios de la IA —desde los coches autónomos hasta la creación de nuevos
medicamentos—, pero no hay garantías de que todas las instancias de la IA serán
benignas.
Mito: “La súper IA será
demasiado inteligente como para cometer errores”
Realidad: Richard Loosemore, matemático del Wells
College, cree que los escenarios del Día del juicio final provocados por una
inteligencia artificial son imposibles. Su razonamiento es que una IA lo bastante sofisticada
será capaz de detectar fallos en su propio diseño y modificarse a sí misma para
ser segura. Desafortunadamente, seguirá trabajando para el propósito por el que
fue creada.
Peter McIntyre y Stuart Armstrong, ambos del Instituto para
el Futuro de la Humanidad en
la Universidad de Oxford, no están de acuerdo. Ambos creen que una IA sí que es
capaz de cometer errores o simplemente puede ser demasiado necia como para
saber lo que se espera de ella.
Mito: “Seremos destruidos
por una superinteligencia artificial”
Realidad: No hay ninguna certeza de que una IA vaya a destruirnos ni de que
finalmente encontremos métodos para contenerla y controlarla. El teórico de la
inteligencia artificial Eliezer Yudkowsky dice: “La IA no te odia ni te ama,
pero estás hecho de átomos que puede usar con otros propósitos”.
Mito: “La
superinteligencia artificial será amistosa”
Realidad: el
filósofo Immanuel Kant creía con firmeza que la inteligencia se correlacionaba
con la moralidad. En su ensayo “Singularidad:
un análisis filosófico”, el neurocirujano David Chalmers tomó la
famosa idea de Kant y la aplicó al auge de la superinteligencia artificial.
Si esto es
correcto... Podemos esperar que una explosión de la inteligencia artificial
conduzca también a una explosión de la moral. Podemos esperar que los sistemas
(superinteligentes) serán supermorales además de superinteligentes, así que
podemos asumir que serán benignos.
La idea, sin embargo, de que la inteligencia artificial avanzada
estará “iluminada” intelectualmente y será inherentemente buena no acaba de
concordar. Como Armstrong indicaba, hay muchos criminales de guerra
inteligentes. Una relación entre la inteligencia y la moralidad no parece
existir entre los humanos, así que cuestiona la asunción directa de que también
aparecerá en otras formas de inteligencia.
Mito: “Los riesgos de la
IA y la robótica son los mismos”
Realidad: Este
error es particularmente común (buenos ejemplos aquí y aquí),
uno perpetuado por películas de Hollywood poco rigurosas como Terminator.
Si una superinteligencia artificial como Skynet de verdad
quisiese destruir la humanidad, no usaría una serie de androides equipados con
metralletas. En su lugar utilizaría medidas más eficientes como, por ejemplo,
liberar una plaga biológica o instigar una plaga
autorreplicante de nanobots. O podría, sin más, destruir la
atmósfera. La Inteligencia Artificial es potencialmente peligrosa no por lo que
implica para el futuro de la robótica sino por cómo podría invocar su presencia
y devastar el mundo.
Mito: “La IA en la ciencia
ficción describe con fidelidad cómo será en el futuro”
Realidad: Sí, la
ciencia ficción ha sido usada por autores y futuristas para hacer predicciones
durante años, pero el horizonte que dibuja la posible presencia de una superinteligencia
es más oscuro. Es más, la naturaleza no humana de la IA hace que sea imposible
para nosotros saber, y por tanto predecir, su forma y características.
Para que la ciencia-ficción nos entretenga como humanos, la
mayoría de IAs necesitan ser similares a nosotros. “Hay todo un espectro de mentes fascinante, incluso dentro de
los seres humanos. Eres diferente a tu vecino. Esta variación, con todo, no es
nada comparado con todas las mentes diferentes posibles que pueden llegar a
existir” amplía McIntyre.
Mito: “Es terrible que las
IAs acaben por robarle el trabajo a humanos”
Realidad: La
capacidad de la IA de automatizar muchas de las cosas que hacemos por un lado y
su potencial de destruir la humanidad, por otro, son cosas muy diferentes.
Según Martín Ford, autor de Rise of the Robots: Technology and
the Threat of a Jobless Future, a menudo están mezclados y
confundidos. Es correcto pensar en un futuro lejano y en las implicaciones que
sobre él puede tener la IA, pero sólo si no nos distrae de los problemas a los
que tendremos que enfrentarnos en las siguientes décadas. El más importante de
ellos es la automatización en masa.
No hay duda
de que la inteligencia artificial está destinada a eliminar y reemplazar mucho
de los trabajos actuales, desde el trabajo
en fábricas a otros más sofisticados. Algunos expertos predicen (PDF)
que la mitad de los trabajos en Estados Unidos son susceptibles de ser
automatizados en el futuro.
La cuestión es que nada de esto implica que seremos incapaces de manejar la disrupción que supondrá. Está claro que eliminar
mucha de nuestra carga de trabajo, tanto física como mental, es un objetivo
casi utópico para nuestra especie.
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