LA IMPORTANCIA DE JUGAR
Con las canciones de María Elena Walsh sucede algo que solo ocurren con los clásicos: parecen que no están inscriptos en el tiempo, parecen de ahora o, más bien, de siempre. Son canciones que nos invitaron a tomar al té, a bailar el twist y a crear mundos. El valor de jugar es uno de los pilares en la obra monumental de esta gran artista argentina.
De eso sabía María Elena Walsh y de eso sabe la ciencia: la capacidad de jugar está fuertemente relacionada con el desarrollo cognitivo y el bienestar social y emocional. Jugar nos hace, a todos, estar mejor adaptados, tener mas flexibilidad cognitiva y menos estrés. Si bien el juego no es solo cosa de niños, cumple una función clave en su crecimiento porque les permite desenvolver habilidades lingüísticas y simbólicas, y también la capacidad de autorregulación.

Existen cinco tipos fundamentales de juego humano. Uno es el juego físico, como correr, bailar y andar en bicicleta. Así, se entrenan las capacidades motoras, perceptuales y de coordinación. Otro es el juego con objetos. Por ejemplo, los bebés exploran los objetos introduciéndolos en su boca, mordiéndolos, haciéndolos girar y tirándolos. Alrededor de los cuatro años, la fabricación y construcción son también formas de interacción con objetos. Es a través del juego simbólico, como el dibujo, las canciones, las adivinanzas y trabalenguas, que los niños desarrollan habilidades técnicas para expresar y reflexionar sobre sus experiencias, ideas y emociones.
El juego dramático consiste en hacer “como si”, jugar a la mamá y al papá, al médico, a la maestra, es decir, implica asumir roles. De esta manera los niños aprenden reglas sociales, lo que es aceptable, a ser justos y a respetar al otro. Por último, los juegos con reglas incluyen juegos físicos, como las escondidas, juegos de mesa, juegos deportivos y electrónicos.
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CREATIVIDAD
Lev Vygotsky, uno de los grandes psicólogos que estudió la importancia del juego, señaló que este contribuye a desarrollar habilidades del lenguaje (y otras formas humanas de “representación simbólica”) y la capacidad de autorregulación, que implica controlar los impulsos y emociones. También destacó que el juego simbólico y dramático es importante en la consolidación de la comprensión del mundo y el impulso de las capacidades de representación que van a utilizar para pensar ideas como adultos.
El estilo de vida urbano llevó a que los niños cuenten con mayor cantidad de actividades y menor tiempo para el ocio. Los investigadores Stuart Lester y Wendy Russell examinaron las oportunidades de juego en la actualidad y revelaron que los “factores de estrés” ambientales de la vida moderna, asociados con el aumento de la urbanización repercuten negativamente en la experiencia de juego en niños.