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Mitos y Verdades de nuestro Cerebro, por Facundo Manes


Facundo Manes es un neurocientífico argentino creador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro. Entre sus contribuciones más importantes Manes identificó las áreas prefrontales relacionadas con el proceso de toma de decisiones en humanos, junto con Calder los mecanismos neurales de la agresión y el rol de la ínsula en los procesos cognitivos y emocionales. Colaboró en la revisión de la manera de hacer el diagnóstico de la demencia frontotemporal. 
Desde su regreso a la Argentina en 2001 Manes ha creado un laboratorio multidisciplinario para el estudio de los procesos cognitivos y conductuales humanos. Es miembro de varias sociedades científicas nacionales e internacionales como Royal Society of Medicine, la Asociación Neuropsiquiátrica Argentina, Asociación Americana de Neurología, el grupo de Investigaciones sobre Afasia y Trastornos Cognitivos de la Federación Mundial de Neurología y la Asociación Británica de Neuropsicología. 

Mitos y Realidades sobre el Cerebro

¿Qué tanto y qué tan poco se sabe del cerebro?
Definitivamente la gran cantidad de investigaciones que se han llevado a cabo en el campo de las neurociencias en las últimas décadas han generado muchísimas respuestas a temas centrales para la comprensión del funcionamiento del cerebro. Pero fueron justamente a partir de dichas respuestas que han surgido —y surgen día a día— una cantidad inconmensurable de preguntas esenciales que aún quedan por responder. Aunque sabemos mucho de procesos específicos, como dijimos unas páginas atrás, todavía no hay una teoría general del cerebro que explique su funcionamiento general ni sabemos cómo las neuronas y sus conexiones dan lugar a ese proceso íntimo, personal, subjetivo que es propio de cada uno de nosotros al experimentar o vivir una situación dada.


¿Es cierto que las computadoras podrían imitar el cerebro humano?
El cerebro tiene una capacidad plástica para remodelar sus circuitos que aún la tecnología no ha logrado igualar. Muchos modelos de inteligencia artificial computarizados están en desarrollo para intentar imitar la forma en que la información se adquiere, pero la complejidad del cerebro —y su plasticidad— excede la comparación con una computadora. Será muy difícil crear una simulación parecida a la del cerebro humano por su capacidad única de adaptarse a un contexto en cambio permanente. Por ejemplo, con los últimos avances de la tecnología y luego de años de trabajo se puede desarrollar un robot autónomo que patee una pelota. Pero si el objetivo es que ese robot haga otro movimiento preciso se necesitará otra gran inversión de tiempo y recursos para lograr ese nuevo acto motor. Uno ni siquiera puede imaginar cuánto tiempo se necesitaría para que un robot imitara los movimientos, la inventiva y la capacidad de adaptación del segundo gol de Maradona a los ingleses en el Mundial de Fútbol de 1986.

¿Es real la frase que afirma que «solo usamos un 10% del cerebro»?
Es falso. De ser así, al remover el 90% del cerebro no deberíamos observar cambios. Lo que sí es cierto es que la plasticidad de las conexiones nerviosas seguramente tiene un gran potencial que aún no sabemos —o no podemos— aprovechar.


¿Cuánta energía consume el cerebro por día? ¿Es equivalente al consumo de calorías del ejercicio físico? ¿Por qué la actividad mental utiliza menos energía para su funcionamiento?
Parece haber un acuerdo en la literatura científica hasta hoy que indica que el cerebro es responsable de aproximadamente el 20% de las calorías que gasta nuestro cuerpo en un día. Por lo tanto, si una persona consume 2500 calorías, unas 500 serán utilizadas para suplir los procesos del tejido nervioso. Esto es claramente distinto al gasto que traería realizar actividad física 24 horas sin cesar. Claro está: el tejido muscular y el tejido nervioso tienen distintos requerimientos energéticos para realizar sus funciones.

¿Es cierto que las neuronas no se renuevan cuando somos adultos?
Cada día es más convincente la evidencia de que existen ciertas regiones del cerebro en las que el desarrollo neuronal ocurre en la vida adulta. Este fue uno de los temas más controversiales en el campo de las neurociencias y, como tal, aún merece mucha dedicación para aprovechar el potencial beneficio de la posible regeneración neuronal.


¿Somos cada vez más inteligentes?
Hay un fenómeno muy interesante denominado el «Efecto Flynn» que muestra que cada generación obtiene puntajes más altos en pruebas de inteligencia que su generación anterior. Muchas hipótesis se han planteado para intentar explicar este fenómeno. La hipótesis multifactorial pareciera ser la más acertada sobre esto, en la que se postula que cambios como las mejoras en la nutrición y la mayor complejidad ambiental podrían explicar este aumento.

¿El dolor nace en el cerebro? ¿Puede controlarse?
El dolor como concepto siempre ha producido una interesante discusión por la gran cantidad de disciplinas que lo han abordado, tales como la filosofía, la biología y la psicología. Lo cierto es que podemos hablar de una sensación de dolor que es el resultado de receptores especializados en nuestro cuerpo que envían la información al cerebro a través de la médula espinal, para que este lo procese y reaccione de manera apropiada. De la misma manera, podemos reconocer ciertas áreas del cerebro que procesan el dolor, o que están involucradas en la percepción del dolor. Por ejemplo, existen ciertas patologías en las que hay un umbral mucho más elevado para experimentar el dolor (la llamada «hipoalgesia»). Es cierto, entonces, que el dolor puede disminuirse, del mismo modo que una persona puede sentir dolor ante la ausencia de estímulos dolorosos.


¿Es posible aprender mediante mensajes subliminales?
La psicología cognitiva aún está intentando descomponer las propiedades del procesamiento subliminal. Una de las razones por las que hoy no es convincente la idea de incorporar información de manera subliminal es que la velocidad con que se presentan los estímulos (en general, por debajo de los 40 milisegundos) no permitiría procesarlos de manera completa, sino como partes disgregadas que impedirían un almacenamiento correcto de la información.

¿El cerebro se gasta?
Existen ciertas patologías en las cuales, sea por carga genética o por cambios espontáneos, el cerebro comienza a degenerarse por muerte progresiva de neuronas. Al depender de la región del cerebro en la cual predomina dicha degeneración, el individuo puede presentar diferentes alteraciones en la conducta, en la parte motora o sensorial y en la forma en que procesa la información proveniente del mundo que lo rodea (procesos cognitivos).


¿Las neuronas mueren fatalmente o hay manera de fortalecerlas?
Las neuronas pueden morir por procesos degenerativos o por toxicidad. Hoy sabemos que hay formas de fortalecer las conexiones que se establecen entre las neuronas. En estudios básicos hechos en roedores, por ejemplo, se comparó el cerebro de aquellos que fueron criados en ambientes simples con el cerebro de aquellos que fueron criados en ambientes enriquecidos con una gran cantidad de estímulos. El resultado de dicho estudio reveló que había una mayor cantidad y complejidad de conexiones entre neuronas en estos últimos. A partir de modelos tan básicos, hemos aprendido que la estimulación (tanto social como intelectual) genera redes más complejas que pueden retrasar y contrarrestar los efectos de la degeneración neuronal.

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