La
capacidad que ha mostrado la economía coreana para resolver problemas
fundamentales asociados a la selección de apuestas productivas y al desarrollo
de ventajas competitivas de carácter dinámico, permite apreciar un abanico de
alternativas de política enfocadas a la asimilación de nuevos conocimientos y
tecnologías. Asimismo, el desempeño de esta economía asiática resulta aún más
sorprendente si se tiene en cuenta que es una nación que cuenta con muy pocos
recursos naturales, además de verse enfrentada a la devastación dejada por la
cruenta guerra que devino en la separación de su territorio, justo antes de
iniciar su etapa de mayor crecimiento.
La
experiencia de Corea lleva a considerar, que el epicentro de la cuestión en
torno al avance productivo gravita alrededor de la necesidad de asimilar nuevos
conocimientos y tecnologías haciendo uso de diversos mecanismos de intervención
estatal dirigidos a la coordinación de los recursos requeridos y a la provisión
de los incentivos adecuados.
Claves del Desarrollo Coreano
Política Educativa
La
política educativa que de tiempo atrás ha venido implementando el Estado
coreano, se ha visto reflejada en la capacidad del aparato productivo para
transferir, adaptar e innovar tecnologías provenientes de economías más
avanzadas; sin este componente indudablemente la estrategia global de
desarrollo trazada por Corea no habría logrado ser tan exitosa.
La
inversión en educación que ha acometido el gobierno coreano ha propiciado
cambios importantes en el sector productivo al mejorar las posibilidades de
absorción de nuevos conocimientos y tecnologías. Sin embargo en la medida en
que la economía de Corea ha penetrado en nuevos actividades cada vez más
exigentes, se ha hecho palpable la necesidad de incrementar la pertinencia y
calidad de la educación ofrecida para enfrentar los retos de una economía
basada en el conocimiento.
Política de Ciencia y Tecnología
Como
lo señala Linsu Kim (1997), la transformación más formidable que ha realizado
Corea tiene que ver con el establecimiento de una plataforma nacional para la
transferencia, absorción y adaptación de la tecnología de los países
industrializados. Este logro se ha conseguido con base en el desarrollo de
capacidades tecnológicas propias, en los ámbitos de la producción, la inversión
y la innovación, los cuales se han articulado eficazmente al progreso del
sistema educativo.
A partir de los años setenta Corea
empezó a fomentar la innovación tecnológica destinada a incrementar la
competitividad de los productos coreanos en el exterior, como parte integral
de su estrategia exportadora. Para la década de los ochenta se puede
identificar una tendencia clara hacia la autonomía tecno-industrial con el
desarrollo de una infraestructura científica, acompañada del otorgamiento de
estímulos fiscales y financieros para el aprendizaje tecnológico de las
empresas.
Estas
medidas fueron complementadas con las políticas destinadas a promover la educación
y la capacitación del personal especializado en los diferentes campos
técnicos, así como con el establecimiento de una infraestructura de
institutos científicos y tecnológicos diseñados para servir a la industria.
Respecto a la política de investigación
y desarrollo pueden identificarse tres grandes fases: la primera, en la cual
la adquisición de tecnología se realizó básicamente a través del aprendizaje
en el hacer y el aprendizaje por imitación, periodo que abarcó la década de
1960; una segunda en la cual las innovaciones se adquirieron principalmente a
través de la compra de licencias; y una tercera, a partir de la década de
1990, en que Corea empieza a ser generadora de tecnología
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Asimismo,
la participación de las universidades en la investigación y desarrollo llevada
a cabo por el sector público se ha ido incrementando, pasando del 38% en 1977 a
42% en 1999 y a 44% en 2000. De igual forma, se ha incrementado la inversión
pública en ciencias básicas en un 72.5% para el periodo 2002-2009.
Crecimiento de la Industria
Automotriz
El
vertiginoso crecimiento de la industria automotriz coreana a partir de
comienzos de la década de los setenta es un buen ejemplo de la acción
mancomunada del Estado con el sector empresarial en procura de objetivos
superiores de desarrollo nacional.
Como
ocurre en muchos países, en Corea se efectuaban desde los años sesenta
actividades de ensamblaje de vehículos para atender tanto el mercado local como
otros mercados aledaños; en la mayoría de casos el ensamblaje correspondía a
conjuntos CDK20, con una participación nula de la industria local. Para
conseguir el objetivo de establecer una industria automotriz nacional el
gobierno coreano era consciente de la necesidad de superar dos etapas de
transición: de una parte la transición del ensamblaje a la manufactura completa
y de otro lado transición de la producción para el mercado interno a la
exportación.
Ya a
comienzos de años setenta, con la formulación del plan quinquenal que orientó
los esfuerzos de desarrollo hacia la industria pesada, la política estatal de
Corea fijo como objetivo de mediano plazo la consolidación de la producción
nacional de automóviles abandonando el énfasis en las empresas manufactureras
de pequeña escala. Para ello contaba con los chaebol en ciernes,
particularmente Hyundai, Daewoo y Kia, los cuales se
articularon a la estrategia establecida mediante el “plan de promoción a
largo plazo de la industria automotriz” lanzado en 1974.
Los
objetivos del plan de desarrollo de la industria apuntaban a alcanzar un
contenido local en la producción de vehículos de calle del 90% hacia finales
del decenio y convertir para comienzos de los ochenta a la industria en uno de
los mayores exportadores.
La
huella del Estado en todas estas transformaciones estructurales conduce
naturalmente a interrogarse acerca de las características que han hecho que su
accionar sea eficaz, evitando simultáneamente la configuración de un sector
empresarial rentista. La respuesta apunta a señalar a la autonomía y a la profesionalización
de la burocracia estatal, como aspectos cruciales que han posibilitado la
imposición de una férrea disciplina sobre el empresariado, con resultados muy
positivos a la vista.
Crecimiento de la Industria
Electrónica
Un
rasgo sumamente interesante de la industria coreana ha sido su empeño en la
absorción y mejora de las tecnologías extranjeras. La manera en que las
empresas coreanas penetraron en la producción de televisores a partir del
decenio de los ochenta, ofrece otro ejemplo bastante diciente.
Las
mejores prácticas de la industria pueden resumirse en:
·
Procesos
de imitación de productos conducentes al dominio de principios aplicados por la
industria ya existente del bien en cuestión.
·
Búsqueda
de mejoras en productividad que le permitan a las nuevas industrias penetrar en
el mercado internacional sobre la base de menores costos. Para alcanzar este
objetivo las empresas aplicaron la denominada “Ingeniería inversa”, consistente
en desarmar y armar los bienes elaborados por los competidores para copiar su
tecnología y buscar alternativas en su secuencia de producción que generen
incrementos en productividad y/o reducción de costos.
·
Desarrollo
de inversiones conjuntas con empresas extranjeras en las que se exigía
compartir buena parte del “know how”. Esta práctica mejoró sustancialmente los
conocimientos y competencias tanto de los operarios de planta, como de los
cuadros administrativos de las empresas coreanas.
·
Aplicación de
esfuerzos propios de investigación y desarrollo de la mano con el trabajo de
centros de investigación financiados por el gobierno y los mismos conglomerados
industriales coreanos. Esto posibilitó mejorar muchas de las tecnologías usadas
por productores extranjeros.
Las
prácticas implementadas por las empresas coreanas se podrían clasificar desde
el punto de vista de la economía evolucionista como la expresión de rutinas de
orden superior encargadas de la búsqueda y selección de métodos más eficientes
de producción con base en la aplicación de nuevas tecnologías.
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