Jefes o Líderes
La revolución de las nuevas tecnologías de comunicación ha
impactado e impactará tanto a las arquitecturas
organizacionales como a su modo de ser dirigidas.
La figura del jefe permanece aun indemne, ignorante de estas
circunstancias. Sin embargo, la facticidad de su presencia física se ve
seriamente cuestionada por la escasa legitimidad que representa.
Paradojas del destino, uno de sus creadores, el sociólogo
Max Weber creía que era la única manera de legitimar la autoridad.
La figura de la jefatura es añeja, pues los funcionarios han
sobrevivido a los tiempos. En tiempos de los romanos, la cuando la democracia
republicana cambia y transmuta en imperio, las luchas por el único lugar de
mando producen una larga historia sembrada de inestabilidad.
En palabras del emperador Claudio “el tartamudo”, de manera
genial Robert Graves describe las luchas intestinas en el imperio.
Era costumbre que las legiones proclamasen a sus líderes
como emperadores, los incitaban a marchar y finalmente se imponían. Durante y
después del período Julio, numerosos emperadores accedieron de acuerdo a sus
virtudes de liderazgo. El primero de ellos sin dudas fue el mismo Julio César.
Max Weber
La administración de la cosa pública se regía por los
principios de la autoridad del monarca, más o menos absoluta según los tiempos.
La calidad de los funcionarios era en general baja, y su presencia se
justificaba por el ejercicio de la administración discrecional.
Como en tiempos de los romanos, la estabilidad pendía del
hilo del arbitrio.
De allí que el sociólogo Max Weber impulsara, a través de
sus numerosos escritos, el diseño de una nueva arquitectura organizacional
capaz de trascender a los hombres: nace la burocracia.
Génesis de la
Jefatura
La figura de la jefatura se consolida en los principios
burocráticos. Para Weber, el núcleo y esencia de un sistema administrativo no
era el hombre sino el cargo. El principio que aún perdura
dice:
El puesto no debe
adaptarse a la persona sino a la inversa, la persona debe adaptarse al puesto.
Basado en estos fundamentos, Weber concibe una arquitectura
de administración previsible, jerárquica,
meritocrático, capaz de soportar los avatares de la política. Un sistema
eficiente, impersonal y por ende, inmutable
a los cambios.
Este marco proveía de poder a la jefatura: la autoridad es
ante todo, de principio legal.
En término de las relaciones, la legitimidad del cargo se
imprime en relaciones de comunicación unidireccional, abonadas
de comportamientos de implícita obediencia.
Liderazgo si,
Jefatura no
El debate recién se inicia pero promete ser extenso. ¿Porqué
sostenemos semejante cambio?
El núcleo se encuentra en cuatro cambios de las esencias
organizativas:
- La arquitectura organizacional burocrática es anacrónica. Las empresas más eficaces e inteligentes se organizan en arquitecturas flexibles y dinámicas. El trabajo en equipos que trabajan por objetivos, requiere de líderes conscientes, capaces de motivas a los colaboradores.
- El nuevo marco de relaciones demanda de talentos en todos los niveles. Las organizaciones más exitosas comprenden que el talento debe ser formado para que germine. Y en ello la figura del líder es esencial.
- El mayor nivel educativo promedio de los colaboradores, requiere de liderazgos que estén a la altura de las circunstancias. Ellos deben ser reconocidos y avalados en sus capacidades y conocimientos.
- Las nuevas formas de comunicación, derivadas de la masificación de las redes sociales, producen una mayor espontaneidad y capacidad expresiva en la gente. Las redes sociales ya no solo distraen o divierten, pues se han transformado en medios para intercambiar conocimientos, compartir información, o trabajar en forma colaborativa. En consecuencia, las relaciones se horizontalizan, las personas siguen a los líderes de acuerdo a sus capacidades. Entonces, las relaciones fundadas en la verticalidad pierden espacio.
Damos vuelta de
Página
Max Weber pensaba a la autoridad legítima como la suma del
poder (cualidad esencialmente personal) avalado por la legalidad del soporte
normativo.
El nuevo sentido de las relaciones tiende legitimar la figura
del líder en función al consenso de los colaboradores. Serán ellos quienes decidan. De este modo el poder será distribuido, las
arquitecturas tenderán a democratizarse.
En el futuro Los líderes deberán trabajar muy duro, día a
día, pues ser invertirá el principio
weberiano: el hombre será la esencia del
cargo.
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Referencias
(3) Introducción a la Administración: Paradigmas en las Organizaciones, en, http://www.eumed.net/libros-gratis/2011e/1090/