El robot humanoide Atlas de la compañía Boston Dynamics, adquirida por Google, se renovó en un 75 por ciento para encarar el tramo final del concurso DARPA Robotics Challenge, el certamen organizado por la Agencia de Investigación de Defensa. El gran cambio vino por el lado de la autonomía que le da su batería, de 3,7 kilowatt que le permite operar durante una hora sin tener la necesidad de estar enchufado a la red eléctrica como los anteriores modelos.
Asimismo, la nueva versión de Atlas permite que los investigadores puedan regular la fuerza empleada por el robot para optimizar el consumo de energía. Con una altura de 1,88 metros, el robot base de Boston Dynamics mantuvo su peso, de unos 157 kilos, a pesar de incorporar una batería para que pueda funcionar sin cables.
Gracias a las baterías y la implementación de una comunicación inalámbrica, ahora vemos menos cables de por medio (sigue habiendo por razones de seguridad). La autonomía es de una hora, suficiente para las pruebas que tienen que realizar en la competición.
También ayudan los nuevos sistemas de bombas de presión variable que se utilizan para los movimientos, ya que ahora pueden funcionar con diferentes niveles que les ayudan a ser más eficientes.
Al nuevo robot Atlas le han cortado los cables, también es capaz de levantarse solo si se cae al suelo.
Los objetivos de la etapa final de la competencia organizada por DARPA exigen que el robot pueda asistir a los humanos en zonas de desastre en tareas tales como como funcionar sin estar conectado a un cable de suministro de energía, establecer una comunicación con la base de forma inalámbrica y funcionar de forma autónoma, sin la asistencia de los humanos. En caso de tener una caída (en la final no tendrán un cable para mantener su equilibrio), el robot deberá ser capaz de poder recuperarse para continuar las tareas ordenadas por el equipo.
Atlas es una estructura de base que los diversos participantes programan para el Robotics Challenge, y la final se llevará a cabo el 5 de junio en Pomona, California, con un premio de 2 millones de dólares para el ganador que logre sortear un circuito de obstáculos, sumado a una serie de interferencias para emular las dificultades que deberá enfrentar la comunicación inalámbrica entre un robot y su equipo en zonas de desastre.
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