La Revolución de la Esperanza
Iniciar el nuevo año con un mensaje profundo, erudito, inteligente y comprometido como el de Erich Fromm no es poco.
Si a ello le sumamos que nuestro querido autor, nos siembra el camino con reflexiones sobre la fe, la esperanza y el carácter, tanto mejor.
Basados en el libro "La Revolución de la Esperanza" de Erich Fromm, los invito a vivir un nuevo y esperanzador año.
Que no es la Esperanza
La esperanza es un elemento decisivo para cualquier intento de efectuar cambios sociales que lleven a una vivacidad, consciencia y razón mayores. Pero a menudo se confunde con actitudes que nada tienen que ver con ella.
Muchos creen que es solo tener anhelos y deseos. Este el tipo de deseo enajenado, conectado con el poder de compra del consumidor, que espera poder comprar un nuevo auto, caso o televisor.
La esperanza tampoco se relaciona con el poder liberarse del hastío o de hallar un estado de mayor vivacidad en la vida.
Sucede que la esperanza, jamás es un acto de pasividad.
Este tipo de esperanza suele relacionarse con el tiempo. El futuro sería la categoría central de toda esperanza. Pero la lejanía deja a las personas con poco que hacer, sin aspirar a nada concreto. Se trata de otra vía de esperanza enajenada, fuera de nuestro alcance, poderes personales y consciencia.
La Esperanza es Paradoja
La paradoja de la esperanza hace de ella, no una espera pasiva ni el violentamiento actual de circunstancias que no se presentarán. Es más bien como el arte de la caza que practica un tigre, agazapado, preparado con todas sus fuerzas para saltar en el momento preciso.
Tener esperanza es estar presto y preparado en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si ello no ocurre en el lapso de una vida.
Carece de sentido esperar aquello que existe o que puede ser. Esto es sólo una esperanza débil.
En cambio, la esperanza siempre es signo de una nueva vida, y nos debe hallar preparados para ayudar en el advenimiento de este nuevo nacer.
La Fe
La esperanza es un elemento intrínseco de la estructura de la vida y la dinámica del espíritu del hombre. Se halla estrechamente ligada con otro elemento de la estructura vital: la fe.
La fe no es una forma de endeble creencia o de conocimiento. No es fe en esto o aquello.
La fe es convicción acerca de lo aún no probado, el conocimiento de la posibilidad real, la consciencia de la gestación.
La fe, al igual que la esperanza, no es predecir el futuro, sino la visión del presente, es un estado de gestación.
La fe no es predictibilidad indudable. La paradoja de la fe, es que ella es la certidumbre de lo incierto.
La fe se basa en nuestra experiencia de vivir y de transformarnos. Así, la fe en que los demás pueden cambiar deriva de la experiencia de que yo puedo cambiar.
La fe es un acto de propia disposición interna, racional en su génesis. Pero jamás debe confundirse con un acto irracional o con la sumisión a una idea.
En el ámbito de las relaciones humanas, tener fe en una determinada persona significa estar seguro de su centro, esto es, que sus actitudes fundamentales permanecerán y no cambiarán.
Entonces, un acto de fe implica una profunda experiencia de identidad, es decir "yo" legítimamente.
La esperanza es el temple de ánimo que acompaña a la fe, la cual no podría mantenerse sin la disposición anímica de la esperanza. A su vez, la esperanza no puede asentarse más que en la fe.
La Fortaleza
Hay todavía otro elemento vinculado con la esperanza y la fe en la estructura de la vida: el coraje o como dice Spinoza, la fortaleza.
La fortaleza es la capacidad de resistir la tentación de comprometer la esperanza y la fe, y tranformarlas en meros optimismo vacío o fe irracional.
Fortaleza es la capacidad de decir "no" cuando el mundo querría oír un "si".
La fortaleza no puede comprenderse sin otra virtud radical: la intrepidez.
La verdadera intrepidez es aquella que encontramos en la persona totalmente desarrollada, que descansa a sí misma y ama a la vida.
Plena de contacto con la realidad, la persona intrépida se ha sobrepuesto a la avidez, no se adhiere a ningún ídolo o cosa. Nada posee, y por ello es rico, es fuerte porque no es esclavo de sus deseos.
Avanzar en este estado de desapego esperanzado, nos llena de fuerza interior, e invita a seguir en el camino de la iluminación.
La Vida en Constante Cambio, como el Río que Fluye
La fe, la esperanza y la fortaleza nos preparan para una vida en constante cambio y que en ningún momento permanece igual.
Bien decía Heráclito, el filósofo del tiempo y el fluir:
Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, pues distintas aguas corren por él. Estamos y no estamos, somos y no somos.
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Poemas y Frases Inspiradoras de Nelson Mandela
¿Ser o Tener? Espíritu de Navidad
Psicología Positiva: Resiliencia Extrema, por Viktor Frankl
REFERENCIAS
(1) Erich Fromm, La Revolución de la Esperanza, Fondo de Cultura Económica.
Iniciar el nuevo año con un mensaje profundo, erudito, inteligente y comprometido como el de Erich Fromm no es poco.
Si a ello le sumamos que nuestro querido autor, nos siembra el camino con reflexiones sobre la fe, la esperanza y el carácter, tanto mejor.
Basados en el libro "La Revolución de la Esperanza" de Erich Fromm, los invito a vivir un nuevo y esperanzador año.
Que no es la Esperanza
La esperanza es un elemento decisivo para cualquier intento de efectuar cambios sociales que lleven a una vivacidad, consciencia y razón mayores. Pero a menudo se confunde con actitudes que nada tienen que ver con ella.
¿Qué significa esperar?
Muchos creen que es solo tener anhelos y deseos. Este el tipo de deseo enajenado, conectado con el poder de compra del consumidor, que espera poder comprar un nuevo auto, caso o televisor.
La esperanza tampoco se relaciona con el poder liberarse del hastío o de hallar un estado de mayor vivacidad en la vida.
Sucede que la esperanza, jamás es un acto de pasividad.
Este tipo de esperanza suele relacionarse con el tiempo. El futuro sería la categoría central de toda esperanza. Pero la lejanía deja a las personas con poco que hacer, sin aspirar a nada concreto. Se trata de otra vía de esperanza enajenada, fuera de nuestro alcance, poderes personales y consciencia.
La Esperanza es Paradoja
La paradoja de la esperanza hace de ella, no una espera pasiva ni el violentamiento actual de circunstancias que no se presentarán. Es más bien como el arte de la caza que practica un tigre, agazapado, preparado con todas sus fuerzas para saltar en el momento preciso.
Tener esperanza es estar presto y preparado en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si ello no ocurre en el lapso de una vida.
Carece de sentido esperar aquello que existe o que puede ser. Esto es sólo una esperanza débil.
En cambio, la esperanza siempre es signo de una nueva vida, y nos debe hallar preparados para ayudar en el advenimiento de este nuevo nacer.
La Fe
La esperanza es un elemento intrínseco de la estructura de la vida y la dinámica del espíritu del hombre. Se halla estrechamente ligada con otro elemento de la estructura vital: la fe.
La fe no es una forma de endeble creencia o de conocimiento. No es fe en esto o aquello.
La fe es convicción acerca de lo aún no probado, el conocimiento de la posibilidad real, la consciencia de la gestación.
La fe, al igual que la esperanza, no es predecir el futuro, sino la visión del presente, es un estado de gestación.
La fe no es predictibilidad indudable. La paradoja de la fe, es que ella es la certidumbre de lo incierto.
La fe se basa en nuestra experiencia de vivir y de transformarnos. Así, la fe en que los demás pueden cambiar deriva de la experiencia de que yo puedo cambiar.
La fe es un acto de propia disposición interna, racional en su génesis. Pero jamás debe confundirse con un acto irracional o con la sumisión a una idea.
En el ámbito de las relaciones humanas, tener fe en una determinada persona significa estar seguro de su centro, esto es, que sus actitudes fundamentales permanecerán y no cambiarán.
Entonces, un acto de fe implica una profunda experiencia de identidad, es decir "yo" legítimamente.
La esperanza es el temple de ánimo que acompaña a la fe, la cual no podría mantenerse sin la disposición anímica de la esperanza. A su vez, la esperanza no puede asentarse más que en la fe.
La Fortaleza
Hay todavía otro elemento vinculado con la esperanza y la fe en la estructura de la vida: el coraje o como dice Spinoza, la fortaleza.
La fortaleza es la capacidad de resistir la tentación de comprometer la esperanza y la fe, y tranformarlas en meros optimismo vacío o fe irracional.
Fortaleza es la capacidad de decir "no" cuando el mundo querría oír un "si".
La fortaleza no puede comprenderse sin otra virtud radical: la intrepidez.
La verdadera intrepidez es aquella que encontramos en la persona totalmente desarrollada, que descansa a sí misma y ama a la vida.
Plena de contacto con la realidad, la persona intrépida se ha sobrepuesto a la avidez, no se adhiere a ningún ídolo o cosa. Nada posee, y por ello es rico, es fuerte porque no es esclavo de sus deseos.
Avanzar en este estado de desapego esperanzado, nos llena de fuerza interior, e invita a seguir en el camino de la iluminación.
La Vida en Constante Cambio, como el Río que Fluye
La fe, la esperanza y la fortaleza nos preparan para una vida en constante cambio y que en ningún momento permanece igual.
Bien decía Heráclito, el filósofo del tiempo y el fluir:
Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, pues distintas aguas corren por él. Estamos y no estamos, somos y no somos.
¡FELIZ 2014!
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REFERENCIAS
(1) Erich Fromm, La Revolución de la Esperanza, Fondo de Cultura Económica.
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